(Artículo publicado en Heraldo de Aragón el 11 de febrero de 2.013)
Ha llamado la atención el
artículo publicado en Heraldo de Aragón por la Secretaria de Organización de
nuestro partido en Aragón, Eva Sáenz, poniendo en nuestro conocimiento que la
dirección regional ha propuesto al PSOE nacional la modificación de la actual
ley de partidos para exigir que éstos tengan un funcionamiento democrático.
Es,
sin duda, un paso en la dirección adecuada. Efectivamente, coincidimos en que puede además suponer un paso sustantivo en
la transparencia de los partidos y un eficaz control previo de casos de
corrupción.
En
cualquier caso, y como lamentablemente suele ser habitual,
lo importante no son los grandes enunciados, sino su contenido, o incluso su
reglamento, acudiendo a la broma tan socorrida del Conde de Romanones.
Porque bien podría ser ésta una de las
causas de la actual desafección ciudadana hacia los dos grandes partidos, donde
por un lado va la retórica - lo que queda bien decir, lo que se espera escuchar
-, mientras los hechos siguen el camino opuesto.
La
desafección bien puede nacer de la falta de consonancia entre las palabras y
los hechos. Y aquí es donde la actual dirección del partido en Aragón puede
hacer mucho; puede, nada menos, que predicar con el ejemplo, con sus propios
hechos, por seguir con la terminología empleada.
Y
los hechos acaecidos en el último proceso congresual en el que resultó elegido
Javier Lambán no son un buen antecedente a estos efectos, ya que la dirección
regional no propició hace un año que otros candidatos pudieran optar a la
elección interna. Para poder hacerlo, cualquier afiliado debía estar en posesión
del 20% de las firmas del Comité Regional, órgano formado por más de 200
representantes de los afiliados. Pero cuando se solicitaba el listado de
miembros para poder obtener esas firmas, la respuesta fue que “la ley de protección de datos impedía” facilitarlo. Tal aseveración no encuentra ningún
sustento jurídico, ni mucho menos democrático.
La realidad es que resulta imposible poder recoger las firmas de los
miembros del Comité Regional del PSOE en Aragón si no se dispone del listado de
miembros de ese órgano. De ahí que la apelación ahora al proceso de elección
por primarias genere los mismos sentimientos que entonces, ya que en este caso
se requiere el 10% de las firmas de los afiliados.
Es como ese caso de
un socio del Centro Asturiano de Barcelona que quería optar a presidir el centro,
pero se le negó el listado de socios con la excusa de que se conculcaría su
intimidad… acabó llevando el asunto hasta el Tribunal Supremo, que finalmente
afirmó que tal actuación “suponía negar el derecho a la igualdad de todo
candidato a un cargo. Pues de esa forma se impidió al candidato no elegido, la
posibilidad de dirigirse a todos los socios – presuntos votantes – exponiendo
sus ideas, programa, sobre todo cuando el Presidente elegido tenía acceso a
tales datos, ya que se presentaba a la reelección y por razón de ello tenía
posibilidad de utilizar la referida lista de socios”.
El Tribunal recordó que la ley permite “a todo candidato obtener la lista del
censo electoral, por razones obvias de constituir objeto de propaganda
electoral, por ello, cuanto más, es lógico que en el caso actual cualquiera de
los candidatos a la referida Presidencia, tuviera acceso a la lista de socios
con tal fin”. Y puso término a la cuestión.
En todo caso, no es este el
ámbito de los tribunales, sino de la Política. Y es mediante el debate político
honesto como debiera resolverse. Una es pues la pregunta: ¿facilitará la actual
dirección del partido los censos de afiliados a todos aquellos militantes que
quieran hacer uso de su derecho de participación y optar a alguna candidatura
por primarias? ¿Permitirán que los afiliados y votantes escuchen otros
discursos, otros proyectos, en definitiva, la opción de un futuro nuevo y distinto?
Para hacerlo, no hace falta
esperar a la modificación de la Ley de Partidos – que el PP no asumirá, aunque
esa no sea razón para no proponerlo formalmente -, sino predicar con el
ejemplo, por la vía de los hechos. Los ciudadanos quizás empiezan a estar
cansados de palabras vacías, y lo que es peor, quizás empiezan a pensar que
estamos enfermos de retórica.
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